Se da cuando existe una cierta descompensación o disarmonía entre el lado izquierdo y el derecho del rostro. Todas las personas tienen cierto grado, mayor o menor, de asimetría facial debido a que la cara nunca es del todo simétrica, pero en aquellos casos en que la asimetría es tan notable que afecta a la confianza y autoestima del paciente, y con ello a sus relaciones sociales y personales, la solución más habitual y efectiva es la cirugía ortognática.
Existen tres tipos de asimetría facial. La asimetría esquelética que viene causada por un desarrollo desigual del hueso maxilar o la mandíbula en un lado u otro de la cara, la asimetría generalizada que puede darse en cualquier parte del rostro, ya sea tejido blando o duro y suelen ir asociadas a algunas enfermedades o cierto grado de parálisis facial, y la asimetría dental.
En los dos primeros casos la solución está en la cirugía ortognática, que puede ser monomaxilar o bimaxilar en función de que se trabaje sobre una o las dos estructuras óseas -maxilar y mandíbula-.
En el caso de la asimetría esquelética la cirugía ortognática debe ir acompañada de un tratamiento de ortodoncia para acabar de posicionar y ajustar los dientes y asegurar una correcta oclusión y estética. Por su parte, en el caso de la asimetría generalizada, la cirugía ortognática suele llevar asociados posteriormente determinados procedimientos estéticos como rinoplastia para corregir la asimetría nasal o nariz desviada, la blefaroplastia en las órbitas, la mentoplastia para corregir el mentón o un aumento de pómulos.
Los cambios experimentados tras un tratamiento para solucionar la asimetría facial mediante cirugía ortognática son muy visibles a nivel estético, mientras que a nivel funcional se corrigen molestias al masticar o en la articulación temporomandibular (ATM), que se traducen en una mejora en la calidad de vida y la autoestima del paciente.